1 Pedro 2:9
“Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.”
Apocalipsis 1:6
“…y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
Aparte de amarnos y morir por nosotros, Jesús nos ha hecho reyes y sacerdotes. La iglesia es llamada un reino no sólo porque es un pueblo bajo un rey sino porque participa del reinado mesiánico de Cristo (Mateo 5:2-5; 19:28; Lucas 22:30). La principal referencia al reino y a los sacerdotes viene de Éxodo 19:5-6, en el Antiguo Testamento y en 1 Pedro 2:9 en el Nuevo Testamento.
En Éxodo 19:5-6 a los israelitas se les prometió que si obedecían a Dios entonces serían la posesión preciada de Dios entre todas las naciones de la tierra y serían para Dios un reino de sacerdotes y una nación santa. 1 Pedro 2:9 enfatiza que los santos son un pueblo elegido, un pueblo que le pertenece a Dios, un sacerdocio real y una nación santa que declarará las alabanzas de Dios que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
En el Antiguo Testamento un sacerdote era un mediador entre Dios y el pueblo y ofrecía sacrificios e incienso por ellos y por sus pecados. En el Nuevo Testamento el sacerdocio de los creyentes significa declarar al mundo las buenas noticias del evangelio, que Jesús murió por sus pecados, resucitó de la muerte y ofrecer oraciones por ellos.